La Federación Nacional de Asociaciones Inmobiliarias analiza la situación actual y las previsiones a falta 4 meses para el cierre del año.
¿Qué mercado de la vivienda se va a encontrar alguien que a la vuelta de vacaciones se ponga a buscar casa para comprar?
El mercado inmobiliario, como la situación económica en general, se enfrenta a una situación de inestabilidad y ralentización que puede ser preocupante y generar incertidumbre para la compraventa o alquiler de una vivienda. Pero, a la vez, no deja de ser una oportunidad, tanto a nivel de evolución de los precios, que están sufriendo una moderación y un ajuste tras años consecutivos de subidas, a diferentes ritmos por territorios, como de ampliación de la oferta de productos inmobiliarios.
Por ello, es necesario contar con un asesoramiento profesional que proteja al comprador o arrendador de decisiones temerarias.
¿Debe tener miedo o preocupación ante los mensajes de recesión de la economía y cierta desaceleración del mercado de la vivienda?
La actual coyuntura económica internacional, marcada especialmente por la guerra comercial de EEUU con China o la amenaza del Brexit no tienen por qué provocar miedo a la hora de afrontar la decisión de la compra de una vivienda, la más importante de nuestras vidas y cuyas consecuencias van mucho más allá de la coyuntura actual o de las cíclicas crisis económicas. Pero sí es necesario no perder nunca de vista que la compra debe hacerse de forma responsable, en unas condiciones financieras rigurosas y contando con el apoyo técnico necesario.
La crisis de 2008 tuvo que enseñarnos que ya no vale todo en el mercado inmobiliario. La buena marcha del sector inmobiliario atrajo a oportunistas faltos de profesionalización y experiencia necesaria para llevar a cabo un negocio de tanto peso en la economía, es decir, nuevas compañías inmobiliarias de dudosa reputación y que puso en jaque el equilibrio y reputación del sector. De ahí, la importancia de la correcta elección de la agencia o el profesional inmobiliario en una de las decisiones clave para el consumidor.
¿Se venden menos viviendas?
Los datos que maneja la Federación Nacional de Agencias Inmobiliarias ( FAI) así lo corroboran, con un descenso general, previsiblemente, superior al 5% a final de año. Así, 2019 será el primer año, de los últimos cinco, en el que las ventas dejarán de crecer. Aunque los datos promediados no reflejan la realidad de cada ciudad. En este sentido debemos diferenciar las ubicaciones de primera residencia en centros productivos, donde lo previsible es que las ventas y los precios se mantengan estables, de las ciudades con menos empleo, curvas poblacionales negativas o donde abunden las segundas residencias, donde la presión de la demanda será progresivamente inferior a la oferta y los precios, por tanto, tenderán a un ajuste más o menos moderado.
¿Está la vivienda sobrevalorada, sobre todo la de segunda mano?
No estamos en un escenario de burbuja inmobiliaria. Habrá ajustes moderados de precios de oferta en determinadas zonas y una extensión de los tiempos necesarios para cerrar una compraventa. En general el mercado inmobiliario español empezó a enfriarse ya en el primer trimestre de 2019, sobre todo en barrios de principales ciudades que ya habían experimentado importantes subidas desde 2015, pero existen todavía muchas oportunidades en ubicaciones que siguen ofreciendo precios competitivos tanto para compra de vivienda habitual como de inversión.
¿Cuál es el principal problema para el mercado ahora mismo: las hipotecas, los precios altos…?
La principal dificultad a la que se enfrenta, en estos momentos el potencial comprador de una vivienda, es el de la evolución del mercado financiero que ha endurecido las condiciones de acceso a los créditos, pero que, por otro lado, supone un blindaje positivo frente a la escalada de precios de las viviendas y las burbujas inmobiliarias asociadas a la hiper financiación de los créditos que vivimos en los años previos a la crisis del 2008. Afortunadamente la nueva Ley Hipotecaria, sin ser la mejor ley posible, protege mejor al deudor. Además, el comprador es ahora más escéptico que antes de la crisis y no está dispuesto a pagar siempre lo que le piden.